Hace un tiempo descubrí un blog donde su autora solía colgar fotos de objetos cotidianos donde se descubría cómo hay ojos que nos observan constantemente sin que nosotros nos demos cuenta.
Lamentablemente le he perdido la pista, no puedo recordar la dirección del blog y tampoco sabría como buscarla.
Lamentablemente le he perdido la pista, no puedo recordar la dirección del blog y tampoco sabría como buscarla.
El caso es que hace un par de semanas me di cuenta de que uno de los objetos que habitan en mi cocina me observaba con una risita divertida, probablemente porque sabía que yo, después de 6 años juntos, no me había fijado en él.
Y es que, si los objetos que nos rodean pudieran hablar, estaríamos todos en el ojo del huracán y dispuestos a ser mejores personas.
Por ahora, y a la espera de que el primero quiera pronunciarse, adjunto la foto del susodicho, para que así quede constancia como homenaje a aquel blog que me hizo ver la cotidianeidad con otros ojos.
Por ahora, y a la espera de que el primero quiera pronunciarse, adjunto la foto del susodicho, para que así quede constancia como homenaje a aquel blog que me hizo ver la cotidianeidad con otros ojos.